Lucir una nariz perfecta, un aumento de pechos o una mirada rejuvenecida es posible gracias a la cirugía plástica.
Cada vez es más común –especialmente entre las mujeres- lograr el aspecto soñado entrando a un quirófano; lo mejor es que la cirugía estética no sólo garantiza belleza sino también seguridad y autoestima, aspectos que se traducen en una vida más feliz para el paciente.
El concepto “cirugía plástica” proviene del griego “plastikos” que significa moldear. Aunque es un término moderno, en realidad se trata de una práctica de vieja data.
Los primeros en utilizarla para fines estéticos fueron los romanos, quienes con cirugías eliminaban las llamadas “marcas de la vergüenza”. Éstas no eran más que cicatrices que tenían los hombres esclavos o los guerreros que le habían dado la espalda a alguna batalla.
Los hindúes también la utilizaron. Ellos reconstruían las orejas y narices que les cortaban como castigo a los adúlteros o delincuentes de la época. Pero, en realidad, las técnicas quirúrgicas de reconstrucción de extremidades alcanzaron su punto más sólido durante la Primera y la Segunda Guerra mundial. Fue desde entonces que la sociedad comenzó a ver esta especialidad médica con mejores ojos.
En nuestros días, pese a la alta demanda y a la avanzada tecnología que ha permitido la restauración total de defectos faciales o corporales así como la reconstrucción de partes del cuerpo con absoluto éxito, todavía existen detractores de esta práctica médica. Esta minoría insiste en resaltar los presuntos efectos nocivos de la cirugía plástica y destacan – entre ellos- el riesgo de muerte. Lo que esta gente no entiende es que los pacientes no se operan por capricho sino buscando calidad de vida.
Alguien cuya existencia está marcada, determinada o condicionada por algún defecto físico tiene baja autoestima, y eso trae una serie de implicaciones que van desde: depresión hasta trastornos alimenticios y en las situaciones más extremas, el suicidio.
Por eso, aunque algunos no lo entiendan, la cirugía plástica se ha convertido en una verdadera bendición para millones de personas. La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (International Society of Aesthetic Plastic Surgery) reporta anualmente incrementos a nivel mundial en todas las cirugías. El aumento de mamas con implantes ocupa el primer lugar, es el procedimiento más demandado y para el cierre del 2019 había reportado un crecimiento de 6,1% con respecto al año anterior. Otros procedimientos quirúrgicos que se dispararon fueron las liposucciones y abdominoplastias, ambas con un alza de más del 9%.
Aunque la aplicación de toxina botulínica y los rellenos con ácido hialurónico también han venido cogiendo vuelo año tras año.
¿Que si hay riesgos? Sí. Los hay. Pero generalmente se asocian a las malas prácticas médicas. De allí que resulte de vital importancia la selección del cirujano. Es necesario que se trate de un profesional certificado y calificado. El paciente debe buscar referencias. ¿Cómo le fue en cirugías anteriores? ¿Qué fama tiene? ¿Cuál es su especialidad? Ese factor, aunado a pacientes sanos y correctamente valorados, solo pueden conducir al siguiente resultado: una cirugía exitosa, sea reconstructiva (problemas de salud) o meramente estética.
Lo cierto es que el impacto positivo de la cirugía plástica en la vida del ser humano es indetenible e incuestionable. Gracias a esta especialidad médica: las pacientes con mastectomías consiguen reconstruir la mama perdida; las personas que por un accidente, cáncer o quemadura han perdido parte de su rostro pueden ser tratados exitosamente; las damas acomplejadas por hipertrofia mamaria, o por glúteos planos, entre otros defectos, pueden recuperar la confianza y seguridad, así como mejorar su sexualidad, gracias a resultados cada vez más naturales.
Cuidar el cuerpo y embellecerlo, no es un pecado. Eso hay que dejarlo claro. Todo lo contrario. Dios nos bendijo otorgándonoslo y nuestra tarea es cuidarlo. Cito a continuación esta referencia bíblica:
¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. (1 Corintios 6:19-20)